top of page

Inmadurez, añoranza y construcción de identidad: Los Años Azules

  • Foto del escritor: Alberto
    Alberto
  • 28 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

Los Años Azules es la ópera prima de la directora Sofía Gómez Córdoba: nacida en Aguascalientes, formada como cineasta en la Universidad de Guadalajara con extenso recorrido en la edición y escritura cinematográfica. Sienta con esta película la crisis existencial de un grupo de cinco jóvenes habitando una casona en decadencia; misma que se refleja en sus presentes. Entre sus galardones presume el de mejor largometraje de ficción en el Festival Internacional de Cine Guanajuato.


La llegada de Diana (Paloma Dominguez), una simpática nueva inquilina, romperá las dinámicas que, hasta entonces se llevaban a cabo en la construcción y estrecha las relaciones entre sus compañeros. El cambiar sus hábitos implica desde darle vida al lugar como generar caos donde existía una sobria armonía. No obstante, ella no es la culpable de los problemas que cada uno acarrea, los posteriores roces que tendrán los rommies se deberán a las dificultades propias que cada uno atraviesa. Por ejemplo, el que estalle una discusión por los cascos de cerveza botados en el patio de la vecindad después de una fiesta el día anterior; no es más que el reflejo de frustración de su artífice: Silvia (Ilse Orozco), por relaciones vacías que experimenta, entre otras problemáticas que se irán develando.

Este grupo lo conforma: la antes mencionada Diana, se desempeña como actriz con la meta de salir adelante gracias a esta profesión. Extrovertida, radiante pero, que a pesar de esto y de llenar de luz la casa, por momentos la veremos desecha de frustración por no conseguir lo que desea e igualmente por extrañar a sus padres que ha dejado lejos. También conocemos a Jaime (Luis Velazquez), que el fracaso profesional lo ha empujado al alcohol y a los encuentros amorosos destructivos; Silvia, que parece ser la más responsable del grupo; Andrés (Juan Carlos Huguenin), vive el desencanto de la falta de oportunidades laborales que, al igual que Jaime desahoga con encuentros sexuales insatisfactorios y; finalmente Angélica (Natalia Gómez Vázquez), que representa la presión de llenar las expectativas académicas que tanto sus padres como ella se ha impuesto y la incertidumbre de no poder cumplirlos pese a que ésta es una alumna dedicada.


Somos meros visitantes, partícipes de la historia, del crecimiento de sus personajes. Acompañamos al inquilino más certero de la construcción, un gato de nombre Schrödinger, que nos invita del acontecer. Vemos a través de sus ojos; y como él, nos sumamos a no juzgar a sus vecinos. Nos convertimos en otro inquilino que como todo, será pasajero. Sólo observaremos durante 100 minutos, y esto, es de los grandes atributos de la cinta. Está gratamente bien fotografiada, presume el oficio de la directora: la edición, ya que se hace un gran trabajo en la utilización del color; a través, de un característico tono azul. Azul de recuerdos, de añoro, de miedos, de inseguridades.

A pesar de los problemas, de la incompatibilidad de personalidades; veremos que este par adolece del mismo mal y lo usan finalmente para entrelazar sus caminos. Se trata del autodescubrimiento a partir del ojo de la perspectiva de alguien más.


Es una cinta que refleja la vulnerabilidad que atraviesan estos jóvenes y en general dicho demográfico. Los Años Azules ofrece actuaciones dignas de esta puesta en escena, acompañan a un sencillo pero honesto trabajo. Nos propone un completo ejercicio de catarsis; es confortativa, trastoca y cuestiona al espectador. Una lastima que no alcance a cautivar al público más conservador pues se ha argumentado que tanto la actuación como los personajes no van a ningún lado. A mi parecer es instantánea la identificación con los protagonistas.

Búsquenla esta gran película mexicana; y no por ello, sino que tiene argumentos propios para manifestarse ante cualquier producción de su tipo. Gracias por leer :)

 
 
 

Comments


Publicar: Blog2_Post
bottom of page