Sin señas particulares: el trajín de una madre hacia lo más hondo de la violencia en México.
- Alberto
- 17 ene 2021
- 4 Min. de lectura

Sin señas particulares es la ópera prima de la directora mexicana Fernanda Valadez, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica. Cinta que preparó bajo la estructura de su tesis profesional, el también reconocido cortometraje 400 maletas que al igual que su sucesora narra la historia de una madre en busca de su hijo quien se extravía luego de tratar de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos.
La originaria de Guanajuato toma ventaja de la intensa labor de investigación previa en su tesis, para conformar, junto a Astrid Rodero (también productora de la cinta), el excepcional guion de; éste, su primer largometraje. Valadez, tras el aumento de violencia vivido en el país durante más de una década, tuvo la inquietud de visibilizar este problema para entender, en una interesante reflexión el por qué sigue aconteciendo. Y es que, la labor de este cine más que servirse o justificar los acontecimientos; busca denunciarlos para evitar que se repliquen.
En esta película acompañamos a Magdalena (Mercedes Hernández), en su peregrinar en busca de su hijo quien tras dos meses de haber emprendido un viaje a la frontera norteamericana, no aparece. Sin señas particulares nos habla sobre el desolador panorama que vivimos en México; sobre el tortuoso camino de migrantes, desapariciones forzadas, feminicidios y sobre el narcotráfico. La dureza, en lo más amplio del termino, que el país atraviesa.
Jesús, hijo de Magdalena se despide de ella pues con su amigo abordan el viaje hacia un futuro mejor en los limites del país vecino. Llenas de angustia, las madres de ambos menores acuden a las autoridades para denunciar su desaparición. Sin formalizar un delito pues no hay certeza de qué haya pasado con ellos; el agente del ministerio público les muestra sus empolvadas carpetas de investigación con fotografías de restos humanos y objetos perdidos de las miles de personas que día con día atraviesan el mismo destino. Indagando por los retratos, la madre que acompaña a la protagonista reconoce el cadaver de su hijo: en un parco, pero no por ello menos desgarrador momento. Magdalena sólo encuentra la maleta de su hijo; la cual, enuncia la frase «Tierra de oportunidades». Promesa que al parecer ha quedado a mil años luz de este suelo. El encontrar solamente la maleta de Jesús brida a su madre, la mínima esperanza de que él pudiera alcanzar una mejor suerte dentro de este desolador panorama.

Durante el sepelio del compañero de Jesús, su madre, alienta a Magdalena a no ceder en su camino; un camino quizá abrupto pero necesario. Le regala sus ahorros para que continúe, y es que tras brutales episodios el amor maternal se convierte en una fuerza única en el perseguir de justicia. De muchos de estos ejemplos está lleno, lamentablemente nuestro cine, que tras el arrebato de un ser querido la figura materna se convierte en un estandarte en pie de lucha.
De aquí en más, vemos a Magdalena cruzar el norte mexicano con la esperanza de encontrar a su hijo, un camino lleno de peligros e indiferencia por parte de las autoridades. Personas que le regalan información a cuenta gotas o que, en reiteradas ocasiones, le sugieren claudicar en su investigación y conformarse con reconocer un cadaver que no pertenece al de su primogénito. Situación que comparte con otra de las victimas de este mal; una madre, de distinto estrato social pero, misma realidad; que a su vez, en la desafortunada coincidencia con Magdalena anima para no dejarse convencer por la indiferencia de las autoridades. Sin señas particulares recoge los testimonios de victimas de los desafortunados sucesos que aquejan a la nación. Paradójicamente, en simultaneo conocemos la historia de Miguel: un joven que regresa a México luego de lograr el famoso sueño americano. Éste vuelve con la ilusión de reencontrase con su familia después de una larga ausencia, sólo, para descubrir un pueblo cercado por el crimen organizado; advertencias de peligro y la desaparición de sus familiares. En su naturaleza coral, la cinta reúne a ambos protagonistas en este recorrido tanto espacial como literalmente en la búsqueda de sus seres queridos. Una madre pidiendo hallar a su hijo frente a un hijo bajo la sorpresa de no rencontrarse con su madre. La relación de ambos ayuda a entender los matices de violencia en el largometraje.

La película, en todo momento nos hace convivir con el miedo a través de su diseño sonoro, el cual, no invade la pantalla. Además de una fotografía que esconde los peligros que acechan el drama y que; sin embargo, sabemos que existen. Sin señas particulares confiere la responsabilidad a su público de anticipar el destino de sus personajes, rellenando así, sus prolongados espacios de inquietante sosiego.
Contradictorio totalmente por la naturaleza de la historia pero, Fernanda Valadez consigue, en este primer ejercicio, una de las piezas más bellas del cine mexicano al retratar el desolador panorama actual y lo hace bajo la ficción, genero que comparte con grandes representantes como Heli de Amat Escalante, Jaula de Oro de Diego Quemada-Díez y adoleciendo del mismo mal que el documental mexicano.
Mientras Sin señas particulares se estrena de manera comercial en nuestro país seguiremos pendientes de su recorrido por festivales, donde merecidamente acumula premios y elogios por demás merecidos. Gracias por leer :)

Comments